¿Quién es Nereida Barrikarte?
Psicóloga sanitaria especializada en psicología perinatal (n°col. BI05680)
Emprendedora y responsable del Centro Lizeku en Barakaldo, Bizkaia.
Como psicóloga perinatal, mi mayor experiencia ha sido mi maternidad: el nacimiento como madre en 2014 con el duelo de una maternidad idílica tras dar a luz con violencia obstétrica a mi hija mayor que acabó ingresada en neonatología al nacer; la pérdida gestacional en mi segundo embarazo en 2018; el parto sanador de mi hijo mediano en 2019 quien falleció en 2021 tras una dura lucha contra el cáncer; y la nueva maternidad arcoiris en 2022 con mi hija pequeña.

Estas experiencia han sido complementadas con diversas formaciones en el área perinatal, de lactancia y duelo, buscando ofrecer profesionalidad en el acompañamiento psicológico a quien pueda necesitarlo.
No estás sola, solo; aquí tienes tu espacio de cuidado
Para que te conozcan un poco mejor, háblanos de quien es Nereida.
Nereida es, sobre todo, madre. Como todas las personas, tenemos muchas facetas en nuestra vida (profesional, estudiante, ama de casa, hija, amiga, pareja, etc.) pero siento que lo que más me define es mi maternidad, tanto en lo personal como en lo laboral, ya que mi otra gran definición es desde mi pasión: la psicología perinatal.
Mi primera hija, Laia, me dio de bruces con la realidad de la maternidad; mi segundo embarazo, Izei, finalizó en la semana 12 de gestación, haciéndome sentir el dolor tan profundo independientemente de las semanas; mi hijo mediano, Ekai, me regaló un parto sanador y empoderante así como la experiencia de caer al abismo con su diagnóstico de cáncer y su posterior fallecimiento, viviendo un dolor que no tiene comparación; mi hija pequeña, Uxuri, me enseñó lo difícil que es transitar un embarazo arcoíris (el embarazo que llega después de la pérdida) y me trajo la reconciliación con la vida. 
Todos ellos me ayudan a acompañar desde la experiencia en cada faceta vivida.

¿Qué fue lo más difícil de enfrentar durante tu primera maternidad y cómo te ayudó a crecer como profesional?
Mi primera maternidad fue el gran motor del cambio a lo que hoy en día soy, estoy tan agradecida a mi hija por ello… Laia, mi primera hija, llegó con la inocencia de un primer embarazo y con mucho conocimiento teórico para que todo saliera lo mejor posible. 
Aquí llegó el gran golpe: todos esos conocimientos, sin confianza y un acompañamiento adecuado, se quedaron en nada. Y éste a su vez fue el segundo gran aprendizaje: no se puede controlar todo y no todo depende de una misma. 
Laia nació tras un parto innecesariamente intervenido, con un neumotórax que la hizo estar ingresada y separada de mí durante sus primeros días de vida. Aquí viví por primera vez la  dureza de la realidad de la maternidad, que todas imaginamos con un bebé sano en brazos y siendo respetadas; el miedo inundó mis primeros momentos como madre. 
En unos días, por suerte, estábamos en casa y comenzaba la maternidad con sus luces y sus sombras: sentir ese amor incondicional que no se siente por nadie más, sufrir el agotamiento y las noches en vela, ver crecer a esa pequeña que te mira con ternura, sentir la soledad de las amistades que aún no tenían hijos, ver ese proyecto de familia crecer en casa, desavenencias con familiares con quienes no llegábamos a entendernos… 
Para mí, mi primera hija me trajo la realidad de la maternidad, tan dura y tan bonita a la vez; y de ahí surgió la reconversión profesional, viajando desde Barakaldo hasta Reus para formarme en psicología perinatal y acompañar a otras tantas madres que transitaban esa misma etapa vital.

¿Podrías contarnos más sobre el impacto de la violencia obstétrica en tu vida y cómo has trabajado para superarlo?
Con Laia llegué a dar a luz al hospital, para mí, antes de lo que debería haberlo hecho, según indicaciones de la matrona. 
Nada más llegar me “invitaron” a ponerme la epidural a pesar de que no estaba convencida de ello, y ya postrada en la cama sin poder movilizarme para acompañar a mi hija en su nacimiento comenzaron la cadena de intervenciones: maniobra Hamilton sin información ni consentimiento, rotura de bolsa, tiempos cronometrados, maniobra Kristeller en los pujos… 
Todo ello hizo que tuviera la sensación de que el parto no era algo que yo pudiese manejar, comenzando así mi etapa de madre con muchas inseguridades (“si no soy capaz de parir, ¿cómo voy a saber ser madre?”). 
El posparto estuvo lleno de dudas, no sentía que las cosas hubieran estado bien a pesar de tener a mi hija sana y salva en brazos, sentía que algo no había salido como debía. 
En ese proceso conocí la asociación El Parto Es Nuestro y comencé a entender todo lo que me sucedía: el acompañamiento que había tenido desde el hospital no había sido adecuado, no se habían favorecido el proceso natural de parto ni se habían tenido en cuenta mis decisiones y necesidades. 
Y esto es violencia obstétrica: no informarnos de lo que nos hacen y por qué, llevar a cabo intervenciones que no son necesarias en muchos momentos, no escuchar a las madres… 
Entiendo que las circunstancias de un hospital atienden a otras realidades (escasez de personal, protocolos desactualizados, ritmos de trabajo imposibles, tiempos que nada tienen que ver con lo ideal, etc.) pero esta visión y sobre todo la voz de las madres es precisamente lo que debería impulsar al cambio.

¿Cómo has transformado tu dolor personal en una misión de ayuda a las madres?
Hace 3 años mi segundo hijo, Ekai, falleció de cáncer con 22 meses tras una dura lucha contra la enfermedad de más de un año. Antes de quedarme embarazada de Ekai, tuve una pérdida gestacional a las 12 semanas de embarazo y, tras ese duelo, con el siguiente embarazo (ese embarazo arcoíris) conocí a María González, quien hoy en día es presidenta de la asociación Esku Hutsik. 
Ella ha sido un gran apoyo para transformar estas dos experiencias de pérdida en un crecimiento profesional para acompañar a otras mamás en duelo desde un lugar, no solo de conocimientos psicológicos, sino también desde la propia experiencia vivida. 
También mi propio proceso personal con María Jesús, psicóloga de la ASPANOVAS, me permitió sentir la importancia de una figura en la que respaldarte cuando te sientes tambalear en la vida. 
Hoy día, independientemente de todas las formaciones que tengo sobre duelo y perinatalidad, me siento en un lugar de mayor conexión emocional con personas que estén transitando este tipo de duelos, lo que también me ayuda a ver estos acompañamientos como el gran legado que me ha traído mi hijo Ekai y aquel bebé a quien no llegamos a abrazar, Izei.

¿Qué has aprendido de tu dura experiencia personal?
He aprendido que las personas tenemos una capacidad enorme de tolerar y sobreponernos al dolor, unos recursos que nos permiten salir delante de las situaciones más adversas. 
Además, he aprendido la importancia de sentirnos validadas en el dolor, en cada emoción que nos va trayendo el duelo, de la necesidad de poder hablar de nuestros hijos con total naturalidad, sin que se nos invisibilice ni invalide. 
Y también he aprendido la importancia del apoyo social como factor protector en los procesos de duelo y cómo, en ocasiones, estos procesos traen consigo una reorganización de nuestro entorno, perdiendo seres queridos con los que no nos hemos sentido acompañadas y ganando otras personas que han respondido como necesitábamos en el momento.

¿Qué estrategias recomiendas para lidiar con el duelo perinatal?
Recomiendo que las personas busquen una red de apoyo donde transitar su experiencia sin sentirse juzgadas. 
El duelo perinatal es un duelo silenciado e invisibilizado: nunca se habla de ello a pesar de que las estadísticas nos hablan de que una de cada cuatro mujeres sufre una pérdida perinatal. 
A veces tenemos que escuchar frases tremendamente dolorosas que invalidan el dolor de transitar esa experiencia (“ya tendrás otro”, “al menos ha sido ahora y no después”, “no es para tanto, si no le conocías”…). 
Este tipo de respuestas del entorno pueden ser muy difíciles para una madre en duelo, por lo que es 
importante que no se sienta sola en un momento tan vulnerable. Y no solo cuando fallece un bebé en el embarazo, parto o al poco de nacer, sino también por ejemplo en procesos de infertilidad, en interrupciones de embarazo, etc.
Para buscar esa red de apoyo en cada casuística, recomiendo que puedan contactar con la asociación Esku Hutsik que trabaja en este tipo de duelos y/o que puedan contar con un acompañamiento profesional de una psicóloga perinatal, como es mi caso, si lo consideran necesario.

¿Cómo has manejado el equilibrio emocional durante tu nueva maternidad?
Por suerte, mi nueva maternidad de esta bebé arcoíris que se llama Uxuri, ha llegado con muchos conocimientos teóricos que me han ayudado a transitar la vivencia desde otro punto. ¡No obstante, esto no quita que haya tenido que transitar igualmente todos los sentires que tocaba vivir! 
El embarazo arcoíris es un embarazo lleno de ambivalencias: alegría por la nueva vida, dolor por la pérdida anterior, miedo porque no vuelva a suceder una muerte perinatal, sentimiento de traición por continuar con la vida, ilusión por ese nuevo bebé, culpa por volver a ilusionarnos, pena por lo que pudo ser y no fue, etc., etc.
Lidiar con este combinado de sentires se hace muy difícil y a veces también necesitamos un apoyo psicológico para transitarlo de la mejor manera posible.
Para mí, esta nueva maternidad me ha traído luz en la sombra, y conectar nuevamente con la diversión y la alegría de la niñez.
¿Qué cambios te gustaría ver en el sistema de salud respecto al cuidado perinatal?
Me encantaría ver que el sistema de salud apuesta por priorizar la salud mental perinatal, entendiendo que una madre que esté atendida y cuidada será una madre que responde adecuadamente al cuidado de su bebé, y un bebé atendido adecuadamente es un adulto psicológicamente sano en el futuro. 
Sería estupendo tener una mirada salutogénica de la etapa perinatal, profesionales formados en el acompañamiento a esta etapa tan específica desde la responsabilidad que merece dicho momento vital. 
Sueño con que en un futuro (ojalá cercano) las psicólogas perinatales podamos formar parte del sistema sanitario en la atención a la etapa perinatal, con un trabajo interdisciplinar con el resto de profesionales de la salud (matronas, ginecólogas, obstetras, etc.). 
Ojalá un día valoremos de verdad la importancia de la etapa primal del bebé y de la salud mental materna, y también paterna.

¿Cuál es el objetivo del Espacio Lizeku?
Desde mi primera maternidad, reforzada por las siguientes, he tenido este gran proyecto profesional en mente desde la propia experiencia personal: abrir un espacio donde dar cobijo a la maternidad y crianza en todas sus facetas. De hecho el nombre del espacio responde a las iniciales de todos mis hijos, haciéndoles un homenaje de este modo por todo lo que me han aportado:
Laia
IZei
EKai
Uxuri

Además de acompañamiento psicológico a futuras y recientes familias, ¿Qué otros tipos de apoyo ofrecéis en Lizeku?
Espacio Lizeku pretende ser la casa de todas aquellas personas en etapa perinatal (búsqueda de embarazo, duelos, embarazo, posparto, crianza) y etapas posteriores, donde ofrecer todo aquello que puedan necesitar.
Actualmente ofrecemos acompañamiento psicológico conmigo como psicóloga perinatal y también con otra compañera psicóloga infanto-juenil. Tenemos el servicio de una asesora de lactancia para acompañar en la preparación, posibles complicaciones y diferentes fases de la lactancia materna. 
También hay grupos de todo tipo donde no sentirse solas (por el momento tenemos yoga para embarazadas e irán habiendo más clases de todo tipo, y también hay grupos de apoyo mutuo a la maternidad y crianza, así como grupo terapéutico de acompañamiento a profesionales sanitarias que trabajen en duelo perinatal.
Hacemos también diversos talleres para peques y familias, así como cursos donde crecer en esta etapa vital tan bonita y complicada a la vez.

¿Qué iniciativas tienes para apoyar y promover las actividades en familia y acompañar en momentos difíciles de la crianza?
Me encantaría que Espacio Lizeku fuera un espacio vivido, por lo que intentaré que cada vez haya más actividades que den respuesta a las necesidades reales de todas las personas que transiten esta etapa. Por ello, animo a que la gente pueda contactar conmigo para hacer sus peticiones y poder dar una respuesta ajustada, ¡me encanta escucharos!
Los talleres familiares y maternales forman un enfoque integral en la experiencia de superación, crianza, duelo, apoyo. . . ¿Qué tienen de especial?
Todo grupo en la maternidad y crianza aporta algo fundamental en esta etapa y es el apoyo social. Como ya he comentado, sentirse formar parte de un grupo con iguales necesidades y el mismo momento evolutivo hace que no nos sintamos solas, que nos sintamos parte de un todo más integral, que podamos sentir la comprensión de otras iguales y que aprendamos y nos nutramos unas de otras. Y esto es un factor protector de salud mental.
Para terminar, alguna frase o mensaje que te gustaría compartir especialmente.
No estás sola, solo; aquí tienes tu espacio de cuidado.

Gracias Nereida, por enseñarnos a gestionar las emociones en la maternidad a través de tu experiencia vital como psicóloga perinatal.
Si deseas añadir algo más... 
Solamente que os invito a conocer Espacio Lizeku y vivirlo como vuestra casa, ese sería mi gran sueño.
Muchas gracias por la entrevista.
Aquí te dejo el enlace a la entrevista en Instagram que mantuvimos el 2 de julio de 2024.
Datos de contacto de Nereida Barrikarte
Instagram: @espaciolizeku
email: espaciolizeku@gmail.com​​​​​​​

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